lunes, 26 de noviembre de 2007

Cómo quieres que me calle


Cómo quieres que me calle
si soy un pétalo tiritando a un costado de tu vientre,
cómo que de mi boca no nazcan las palabras
si la noche es lenta en su latir de cuervo viejo y ciego.
Cómo quieres que encienda los fuegos, la ardiente sombra
que tu cuerpo trae a escondidas cuando el puerto duerme.
cómo quieres que apague todas las velas si el mar y la arena
se alejan al sentir nuestros besos.
Sólo déjame un instante suspendido en este tiempo
para que mi muerte sea néctar de pájaros.
Déjame un instante
para coger mis herramientas y socavar (cabalgar)
tu piel de yegua,
tu risa de yegua,
tus ojos de yegua,
tu epicentro donde nace la tierra,
tu corazón sediento en la orilla del mar
que poco a poco florece,
tu vientre donde guardas los grandes tesoros que nadie ha encontrado,
tu ardiente labio que se retuerce con el tiempo de un reloj-corazón.
Un instante, y nuestro amor sonará lejano
como el cielo azul y la tierra árida,
allí donde descansan los huesos de los ancestros
pidiendo un poco de nubes que haga calmar
la sed que llevan puesta hace miles de años.
cómo quieres que no diga una palabra
sin pensar en tu aliento a gata
limpiando el firmamento,
de tus dedos que son como hojas
que florecen en los troncos secos y desiertos.
Déjame recogerte un poco el cabello, que cuelga como péndulo
debajo de esta sábana, antes de que mi aliento te siga socavando
(cabalgando)
te siga floreciendo,
y que desde nuestro corazón retorciéndose
emerja el cuerpo de una flor para esta tierra
donde tú y yo somos aliento fresco.
Sólo un instante, déjame sentir la mordida muerte
que brota en el término de tu espalda cuando mi piel te socava
con este picocolibrí atado a este cuerpo sediento.
y descenderemos hasta nuestros tobillos
para oler nuestro humano perfume explotando
en el centro de nuestros corazones.
Allí nos encontraremos con los ojos recién nacidos,
con el brotar de la primera palabra en un idioma
que tan solo tu piel conoce.

Tomado del poemario:El vuelo de la mosca